Carlismo: democracia directa

Félix Igoa Garciandía, nacido en Echarri-Aranaz, Navarra, en 1917. Fue voluntario de la Partida Barandalla y del Tercio de Santiago. En el libro "Requetés" (Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga) nos muestra su testimonio y nos narra cómo era la vida en Echarri a comienzos de los años 30. Es curioso ver como, en los pueblos donde pervivía el carlismo, la participación municipal era mucho más democrática que la de los pueblos donde regía el sistema democrático liberal. Con sus propias palabras, Félix nos cuenta cómo se gestionaban entonces los municipios:

"Mi padre era analfabeto, un buen padre y muy trabajador, siempre en el monte, y aunque era carlista y poco hablaba de política, sí contaba de los antiguos auzos, unas casas donde se reunía todo el pueblo para tomar las decisiones. Allí se juntaban los vecinos de cara a eligir el ayuntamiento y el alcalde, a opinar sobre cosas importantes. Allí tenían voto todos: el más pobre y el más miserable tenían el mismo voto que el primero. Si no había arreglo, se hacía votación, y en caso de que no se ganara la votación por mayoría, si empataban, la gente mayor, los viejos, eran los que decidían. Eso era auténtica democracia, y oí mucho a mi padre hablar de eso. 

Luego, de los auzos salía el auzolán: trabajos en balde de todos los vecinos en beneficio del pueblo. Se pagaba algún jornal: dos pesetas por día, y si aportabas mula o buey para el trabajo, cuatro pesetas. Entonces había más solidaridad entre la gente.

Después de la guerra carlista fue un desastre para el pueblo: nos quitaron la propiedad comunal de la sierra, el derecho a montes; nos quitaron cosas esenciales para la vida del pueblo".